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EL HERMANO DE MARCELO Y EL MEJOR AMIGO DEL FARAÓN

Con motivo del 40º aniversario del fallecimiento de Santiago Bernabéu, nuestro buen amigo Alberto Collado ha querido compartir con nosotros el artículo que publicaba en el diario MARCA el sábado 2 de junio, junto con un audio imperdible que sonaba en el programa RADIOESTADIO de ONDA CERO en el que Collado es el productor.

Este es el gran artículo que nos ha enviado y por el que le estamos muy agradecidos:

Cuando Santiago Bernabéu nació no existía la Copa de Europa. Cuando murió, la Copa de Europa no se concebía sin don Santiago. Cuarenta años han pasado ya desde que nos dejó. El reloj marcaba las dos y trece de la tarde cuando su féretro pasó por delante de su casa en Almansa, contigua a la alpargatería donde Santiago había firmado tantas estampas como los niños, uno de ellos mi abuelo, le habían llevado a su famosa mesa camilla.

Santiago vino al mundo un verano y en otro se fue. Argentina decretó tres días de luto en el Mundial de 1978 que se estaba organizando. Uno por cada dos Copas de Europa. Santiago dejó seis en las vitrinas del Real Madrid y otras seis de baloncesto. Ese es el palmarés de Bernabéu, pero no todo su legado.

Quizá a Florentino Pérez lo único que le falta ahora, cuarenta años después, es marcar goles. Santiago también fue capaz de aquello. Fue a un partido con su hermano Marcelo: “Me pidieron que me pusiera de extremo izquierda, yo contesté que no jugaba ahí, pero Marcelo me dijo que me callara y jugara”. Santiago guardó hasta sus últimos días la reseña del periódico del día después: “Ayer debutó, con quince años, Santiago, el hermano de Marcelo Bernabéu…”.

Es sabido que Santiago fue delegado, segundo entrenador, primer entrenador cuando lo necesitaron, hombre para todo, presidente cuando lo volvieron a necesitar…  Con él, el Real Madrid cruzó el Atlántico por primera vez en 1927. Después de aquella gira lo hicieron directivo.

Eso fue antes de ser presidente, antes de ganar las Copas de Europa, antes de construir el nuevo estadio, antes de concebir la Ciudad Deportiva. Ese fue su gran legado. El qué y el cómo. Sobre el qué, The Times publicó tras el 7-3 al Eintracht en la final del 60: “El Real Madrid se pasea por Europa como antaño se paseaban los vikingos arrasándolo todo a su paso”. Sobre el cómo, muchos recuerdan aquella santiaguina en la primera ronda de la segunda Copa de Europa. El Rapid de Viena vapuleó al Real Madrid en la primera parte. El portero se rompió la mano a los doce minutos. Con diez futbolistas y 3-0 en el marcador Santiago bajó al vestuario: “No sois dignos de este escudo”. Un gol de Di Stéfano forzó el partido de desempate, el Real Madrid pasó de ronda y acabó ganando otra Copa de Europa.

La teoría de la geta siempre le funcionó a Bernabéu: le bastaba mirarte a la cara para saber si podía contar contigo. ‘Solo’ pedía lealtad porque “la lealtad es la virtud más importante del ser humano: define al hombre ante los demás y lo que es más importante, ante sí mismo”.

Así hablaba Bernabéu. Un hombre de fútbol al que le daba la vida el mar. En Santa Pola se le veía más en agua que en tierra. Había que buscar a José Ruso, su mejor amigo, El Faraón, para encontrar a un capitán en tierra firme que solo era marinero cuando estaba con su Faraón.

“Me pesa más la conciencia por lo que he dejado de hacer que por lo que he hecho”, dijo Santiago en sus últimos días. “Después del mito viene la nada”, sentenció su inseparable Raimundo Saporta. Pero el mito no murió. Se reencarnó en el estadio que desde Concha Espina sigue con la costumbre que hizo célebre aquel hombre de Almansa: celebrar la vida mientras celebra Copas de Europa.          

Y este es el audio:

¡MUCHAS GRACIAS COLLADO!

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